lunes, 9 de marzo de 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE

A mi entender, Slumdog Millionarie es muy poquita cosa. ¡Con lo que a mí me gustan las películas de “amores”! Acaso todo se reduzca al hecho de que, por lo general, no me agrada el modo en que filma Danny Boyle (aunque en honor a la verdad debo decir que, contando su recién oscarizada propuesta, tan sólo he visto tres filmes del prestigioso cineasta británico: Trainspotting (1996), del cual “deserté” mediados 15 minutos de proyección, y 28 días después (2002), que me resultó de mayor interés). No logro simpatizar con su acusada tendencia a multiplicar los planos (en una suerte de “más siempre es más”) y con su empleo de un montaje sincopado y embrollado que –en mi opinión- confunde el ritmo con el desorden narrativo. Es posible que, como me decía mi santa madre, la mayoría de espectadores no presten atención a tales detalles, lo cual me parece muy respetable. No obstante, y en palabras del gran José Luis Coll, “Cada uno es como es… y bastante desgracia tiene”.

Sea como fuere, me parece estupendo que haya quiénes hayan disfrutado de una cinta que –justo es reconocerlo- aboga por el triunfo de los buenos sentimientos.

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