lunes, 29 de junio de 2009

MICHAEL JACKSON (1958-2009)

La triste noticia del fallecimiento de Michael Jackson me sorprendió el pasado viernes de camino a Málaga. Nunca he sido un fan del mentado artista. Baste señalar al respecto que no dispongo ni de una sola de sus grabaciones –lo cual, dicho sea de paso, se me antoja un sonoro disparate, habida cuenta de la incuestionable calidad de las mismas-. Ahora bien, ello no me impide reconocer la genialidad, a toda luz apabullante, del autor de Thriller (1982). Porque si el manido calificativo de genio cobra sentido en la persona de alguien, qué duda cabe que es en la de Michael Joseph Jackson (nacido en la localidad estadounidense de Gary, Indiana, el 29 de agosto de 1958). Cantante, bailarín, coreógrafo, compositor, letrista, arreglista, productor… Jackson era un superdotado, una unidad entre un millón. Lo parieron y rompieron el molde. Si todos aquéllos que tanto se cebaron con Jacko en el pasado hubiesen tenido una millonésima parte del talento que él atesoraba, otro gallo nos hubiese cantado. Ciertamente. Demasiada sensibilidad la suya para un mundo, por lo común, regido por lo mediocre. Confieso abiertamente que, al ver el féretro de la estrella descender de la ambulancia que lo transportaba, sentí unas enormes ganas de llorar. Apenas si sumaba 50 años de edad. ¡Cuántas canciones imperecederas nos podía haber seguido regalando!

Descansa en paz, Michael. Jamás te olvidaremos. No ha habido en la historia de la música contemporánea nadie, absolutamente nadie más grande que tú. Descubro ahora, en el preciso momento en el que escribo estas líneas, que, a fin de cuentas, siempre he sido un incondicional tuyo.


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