viernes, 17 de julio de 2009

YNGWIE MALMSTEEN

Àlex y yo llegamos con sobrada antelación a la sala Bikini. Nos situamos en primera fila, al pie del escenario. Asistimos entonces a una prueba de sonido que, ciertamente, se prolongó en demasía: un roadie se esforzaba en poner a punto la guitarra; empero, los Marshall's proyectaban un sonido roto, carente de cuerpo. Convine con mi amigo en que difícilmente un profesional se iba a aventurar a ofrecer un concierto bajo semejantes condiciones acústicas. Al cabo de unos instantes, el citado técnico desapareció entre bastidores, acaso un tanto frustrado. Acto seguido, languideció la iluminación del recinto; una añeja Fender Stratocaster desgranó un torrente de escalas y arpegios menores; un pasaje con sabor neoclásico de inequívoca procedencia. Mi acompañante y yo nos estremecimos, presos de una emoción indescriptible que desbordó nuestro caudal sanguíneo: por obra y gracia de las manos de un superdotado, dicho instrumento cobró, repentinamente, una dimensión sonora completamente distinta. Posteriormente, un teclado dio paso al rocoso riff de Rising Force, desatando el clamor de la concurrencia. El resto forma parte de mi propia historia.

Gracias, Yngwie, por tu saludable chulería. Y gracias a ti, my Fucking Brother Alexander, por regalarme 15 años de maravillosa amistad. "The lightning strikes cracking the night, i'm not the same anymore!".

1 comentario:

Alex dijo...

Que pedazo de guitarrista!!!
Un autentico superdotado,en dos palabras:
Im.....presionante jajajajjaja!!!!!!!

Gracias a ti por aguantarme estos 15 años