jueves, 2 de octubre de 2008

LOS EXTRAÑOS

Veo un apreciable filme de terror: Los extraños. Cierto es que determinados pasajes del mismo resultan un tanto predecibles y reiterativos (¡esa puerta golpeada ad infinítum!). Cierto es, igualmente, que le sobran algunas truculencias: manidos efectos sonoros y visuales cuya única finalidad es “asustar”, sin más, al espectador, tal como si éste se hallase en una casa del terror de un parque de atracciones (pienso en la “sorpresa” final, colmo de gratuidad –por no decir de estupidez- que malogra la malsana atmósfera que preside dicha escena); el susto por el susto, vamos. Sin embargo, cuando Bryan Bertino, quien debuta en la dirección con este largometraje, se abstiene de semejantes superficialidades, sustituyendo así el mero espanto por un horror genuino, la peli obra un efecto poco menos que milagroso dado el actual panorama del género terrorífico: dar miedo (verdaderamente espeluznante el instante en el que vemos en primer término al personaje que interpreta una esforzada Liv Tyler al tiempo que al fondo del encuadre se perfila la amenazadora presencia de un sujeto que oculta su identidad cubriendo su cabeza con una especie de saco: la irrupción de lo maligno apenas si es esbozada, mostrada sin énfasis alguno: cine en su más pura esencia). Dos propuestas cohabitan, pues, en Los extraños: la una, vulgar y efectista, en suma, mil veces vista; la otra, sutil, fresca y, ciertamente, inquietante. Una verdadera pena: lo que podía haber sido un peliculón en toda regla deviene una obra algo fallida.

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