martes, 20 de enero de 2009

CARTA A DORINE


Abandonad todo cuanto estéis haciendo en este preciso momento. Ya. Salid a la calle, a todo correr, en pos de una selecta librería y haceos con un ejemplar de Carta a D. Historia de un amor (André Gorz, Ediciones Paidós Ibérica, colección El arco de Ulises). No cejéis hasta tenerlo, bien sujeto, entre vuestras manos. Compradlo. Tomadlo prestado. Robadlo. De ser menester, echadle jeta y leedlo en el propio establecimiento. Me da igual; lo dejo a vuestro libre albedrío. Pero, por Dios, leedlo. Y volvedlo a leer. Una y otra vez. Os obligo. Os lo pido. Os lo suplico de rodillas. Porque de la pluma privilegiada de André Gorz (Viena, 1923-Vosnon, Francia, 2007) llega a nuestro país una de las más hermosas declaraciones amorosas que yo haya leído jamás; un prodigio que rebosa sensibilidad, inteligencia y ternura; un escrupuloso y al tiempo ameno tratado sentimental que, entre un sinfín de consideraciones, nos insta a identificar y a expresar libremente nuestros afectos, al margen de lo que los demás puedan pensar o decir sobre nosotros.

Harto peculiar, Carta a D. Historia de un amor es una suerte de larga misiva (110 páginas en un formato de 12x17 cm.) que el extinto filósofo y periodista austriaco escribió a su gravemente enferma esposa Dorine. Apenas si un año después de haber redactado la misma, Gorz y su pareja se suicidaron en su casa campestre de la localidad francesa de Vosnon. Os dejo con el párrafo que abre semejante portento:

“Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. De nuevo siento en mi pecho un vacío devorador que sólo colma el calor de tu cuerpo abrazado al mío”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

“Tu vas avoir quatre-vingt-deux ans. Tu as rapetissé de six centimètres, tu ne pèses que quarante-cinq kilos et tu es toujours belle, gracieuse et désirable. Cela fait cinquante-huit ans que nous vivons ensemble et je t’aime plus que jamais. Je porte de nouveau au creux de ma poitrine un vide dévorant que seule comble la chaleur de ton corps contre le mien.»
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«Nous étions, l’un et l’autre, des enfants de la précarité et du conflit.»
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«Ni l’un ni l’autre n’a une famille. Nous n’avions pas de famille à fonder pour transmettre quoi que ce soit, puisque nous n’avions jamais eu de famille nous-mêmes.»
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«Nous nous sommes dit que si, par impossible, nous avions une seconde vie, nous voudrions la passer ensemble.»


[ .. ]

Gracilaso (Égloga III) lo decía de otra manera:

Y aun no se me figura que me toca
Aqueste oficio solamente en vida,
Mas con la lengua muerta y fría en la boca
Pienso mover la voz a ti debida…


atmente Ricardo Agudo

The Fisher King dijo...

Muchas gracias, Ricardo.

Un fuerte abrazo.